RAÍCES

Desnudarse,
desprenderse de la ropa que les da calor
y adelgazar de pensamientos,
que dan dolor de espalda y de cabeza.

Quitarse los zapatos
y que permanezca el camino recorrido,
camisetas dadas de sí
por el latir de la vida o respirar a pulmones llenos.

La sangre,
que también viste,
se calienta o se enfría
según a quién se mire.

Arrugas en la frente,
en las manos y en la boca,
de historias reales de vidas y muertes
contadas en silencio y a solas.

Aire,
que las guarda y las pasea,
para que no cojan polvo
en las estanterías del olvido.

Como sacos viejos,
rebosantes de cariño y nostalgia,
presentes eternos y ausentes a ratos,
pero casi siempre solos.

Libros abiertos que se empeñan en cerrar.
Raíces de nuestro árbol,
principio de nuestra vida,
desechos de las memorias.

Nia.

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