DE PATATAS A VAPERS

Escribir no solo consiste en aporrear el teclado del ordenador con cierto ritmo y prodigar palabras con acierto hasta llegar a contar algo que pueda o no generar interés. Es, además, observar. Observar mucho.

En mi caso es algo innato y precisamente el otro día, caminando hacia alguna parte que para mí se queda, me deslumbró por el rabillo del ojo una luz blanca que me obligó a girar la cabeza. Era de día, pero así y todo, deslumbraba.

Soy de letras, pero diría que el escaparate en cuestión medía más de diez metros (seguro), todo cristal. Estaba lleno de gente. Mientras avanzaba hacia él como un insecto sin voluntad, conté unas ocho personas, diría que solo tres de ellas adultas, quizá cuatro. Era un estanco.

Dada la afluencia de gente, la luz cegadora y mi curiosidad natural, no me quedó más remedio que entrar, a pesar de que no fumo. Inmediatamente, me dirigí a las cosas que me interesan, como los libros, o la bisutería. Hambre no tenía. Ni sed.

Se diría que la gente de mi añada (sí, como el vino) empezó a vivir en los noventa. En esos años nuestros padres nos mandaban a por tabaco y en el local en cuestión había tabaco y otros productos de fumar de la época con algunos chicles, como mucho. Pues bien, creo justo hacer una resumidísima lista de lo que encontré dentro del estanco de luz blanca, para que el lector entienda hacia dónde quiero ir con este texto: tabaco, vapers, bebidas, comida, chucherías, aperitivos, bolsos, libros, joyas, etc.

Al salir pensé que tenía de todo lo que cualquier otra tienda del barrio podría tener, excepto una cosa: tabaco. Entonces reflexioné, sin llegar a alejarme de la entrada (la luz me mantenía imantada), que si fuera a visitar alguna de las tiendas del mismo barrio, o de otro, con menos luz que atraiga a su puerta, encontraría esos mismos productos salvo el tabaco, porque la ley no permite que estos lo dispensen. Pero a los estancos sí les permiten otros productos.

La Ley de Ordenación del Mercado de Tabacos (Ley 13/1998) establece que los estancos pueden vender otros productos y servicios, además del tabaco y timbre, siempre que no afecten a la conservación de los productos del tabaco y timbre ni a la seguridad de los usuarios.

En definitiva, no existe una ley específica que permita a los estancos vender cualquier producto, sino que la Ley de Ordenación del Mercado de Tabacos establece que pueden vender otros productos y servicios, siempre que no afecten a la venta del tabaco.

Sin embargo, la Ley 28/2005, de medidas sanitarias frente al tabaquismo, establece que la venta de tabaco solo puede realizarse en estancos y en establecimientos autorizados, por lo que podríamos decir que la ley prohíbe la venta de tabaco en otros comercios que no sean estancos.

Desde mi punto de vista, los estancos tienen unos beneficios por encima de lo que les corresponderían, dejando a un lado, que ciertos artículos de los que se venden en ese y otros, atraen a menores que entran a por patatas a los doce y salen con el vaper a los trece.

Y no se trata solo de que eduquemos a nuestros adolescentes, se trata, también, de que no pongamos el cebo en la mano mientras les decimos que no se lo pueden comer.

Nia Estévez

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