Tiempos recios

La demostración de poder que se rescata de una sentencia no redactada, pero sí hecha pública el mismo día de la celebración por la muerte de un dictador, deja a nuestro país en pelotas y temblando. El descrédito se apodera de la justicia. Hemos podido seguir un proceso en el que destaca la lucha de un partido político por sus intereses particulares. No importa mentir, no importa sabotear, no importa desacreditar al periodismo, no importa más que sacar adelante una sentencia condenatoria a través de sospechas y sin indicios acreditados. Por poner algún ejemplo: periodistas que tenían la información antes que el propio fiscal o que esa información estaba al alcance de hasta 600 personas antes que él.
En qué lugar deja esta sentencia a nuestro país. En qué circunstancias deja a la justicia, cómo asume la ciudadanía que algunos jueces condenan según les conviene.

La justicia parece vendida. Algunos partidos políticos no demuestran la más mínima norma ética. La educación se nos escurre como arena entre los dedos. Y todo ello se utiliza para manipular al pueblo en beneficio propio. Sabemos qué vendrá después: el líder del Partido Popular no fue presidente porque no quiso; ahora sí quiere, y a la vista está que harán todo lo posible —sin moral ni ética— para conseguirlo. Usar la ley como arma para destruir a un adversario, desgastar a un gobierno, manipular la opinión pública o alterar el equilibrio político, se llama Lawfare. No busca justicia; busca ganar.

El vapuleo a la democracia nos obliga a agarrarnos los machos. O empezamos a mirar a través de nuestros propios ojos, o estamos perdidos. O dejamos de repetir como loros los lemas y declaraciones ajenas, o estamos perdidos. O estudias la historia de nuestro país de forma objetiva y dejas de usar las redes sociales para informarte, o estamos perdidos. La necedad es un terreno fértil donde germina la manipulación; cuanto menos piensa un pueblo, más fácil es escribirle la sentencia. Se avecinan tiempos recios.

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