#69 El acento

Ahora que los reyes visitan Cádiz y el acento se hace presente, encuentro el momento de recordarles a los estirados de mi tierra, que nuestro Jacha, jigo, jiguera, es importante.

Soy extremeña y aquí, en Extremadura, tenemos un acento claro, yo soy capaz de reconocerlo con apenas unas palabras y de la misma manera que me enorgullece la tierra donde nací, con sus costumbres y sus raíces, me agrada nuestra forma de hablar.

No en pocas ocasiones me he encontrado con paisanos que huyen de la hache que suena como una jota, que quieren poner las eses al final de los plurales (sólo de algunos, para todos no hay eses) y acaba colocada en otro sitio haciendo que las palabras suenen extrañas. Esos finos que se avergüenzan de su tierra y de sus formas, no se enteran de que aquí se aspira la ese y no por eso hablamos peor, y que sus padres y abuelos tampoco las pronunciaban. Esos pijos “extranjeros” rehúyen de sus raíces por querer ser algo a lo que ni siquiera se parecen.
Pues dejadme deciros una cosa: la finura en la conversación no hace más interesante lo que se ha dicho. Así que, prestad más atención a lo que decís y un poco menos al lugar en la que colocar las eses, porque acabáis distraídos y parecéis más torpes, que otra cosa.
Mejor perder la finura y conservar el acento, que intentar pronunciar algunas letras en zona yerma de ellas y parecer extranjero en tu tierra.

En Extremadura la gente curranta se desrriñona, si uno se ríe mucho, se descohona y si estás delgado, eres escuchumizao. Que se puede traducir, sí, pero perdería la gracia y el acento, y entonces, ya no sería de aquí, de mi tierra: Extremadura.

Nia Estévez Portillo

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